Además de su función práctica, los elementos de nuestros hogares también tienen la función poética de materializar nuestra esencia en nuestros espacios.
Los objetos que invitamos en nuestras vidas manifiestan nuestras memorias y recuerdos.
Observamos a todos los individuos como únicos e irrepetibles, por lo tanto sus espacios deben reflejar esta singularidad.
Los muros que nos rodean son el escenario de nuestras vidas.